sábado, 2 de marzo de 2013

Un cuento de Sostenibilidad


EL DRAMA DE LA MATERNIDAD Y LA NIÑEZ EN COLOMBIA... ¡! UN CUENTO DE TERROR ¡!




JUAN GUILLERMO LONDOÑO CARDONA 
Médico Ginecoobstetra
Profesor jubilado
Universidad de Antioquia




En un lejano país llamado Colombia donde sus pobladores sufren de un mal llamado apatía, hace ya casi 20 años, apareció otra terrible enfermedad llamada Ley 100, al parecer inducida por el interés de algunos en los dineros que los pobladores destinaban a curar los males que afectaban su salud.

Cuando este engendro sale de su casa paterna ubicada en el Senado de la República, inicia una gira por todo el territorio nacional dejando a su paso una estela de enfermedad y muerte. Sus víctimas son principalmente personas vulnerables como mujeres, niños y ancianos. A su paso por pueblos y ciudades el panorama de la salud de las mujeres y los niños colombianos empezó a deteriorarse hasta llegar a cifras preocupantes que difícilmente se podrán revertir: Altas razones de mortalidad materna y perinatal; 90% de muertes maternas evitables; 21 % de las adolescentes embarazadas; muerte de niños por desnutrición y diarrea; cifras de sífilis gestacional y congénita similares a las de los países desarrollados en la era pre antibiótica, es decir como las EE UU hace 60 años; tasas de transmisión materno fetal del virus del sida que duplican y triplican las de países responsables en salud pública; cada año 250 a 300 mil admisiones por aborto inseguro como consecuencia de las barreras impuestas a las mujeres para acceder a un derecho ganado en franca lid en el año 2006, con la promulgación de la Sentencia C 355 de LA CORTE CONSTITUCIONAL COLOMBIANA, para acceder a la terminación del embarazo en circunstancias especiales, que les garantizaran el derecho a vivir ante condiciones que amenazaran su vida y su salud.

A los síntomas de deterioro de esa grave enfermedad, se sumó otro más grave que requería intervención inmediata para evitar males mayores a los que ya padecían los
Colombianos. Hace ya casi dos años Ley 100 inició un cierre sistemático de camas en servicios obstétricos y de neonatos, con afectación significativa de la oportunidad de atención a mujeres en trabajo de parto y niños enfermos. A la fecha ha cerrado más de 600 camas de estos servicios en el país, muchas de ellas en Antioquia con el argumento de que no son rentables económicamente o por no cumplir requisitos absurdos y onerosos al sistema de habilitación exigido por la Dirección de Salud del Departamento de Antioquia.

Esta situación fue denunciada ampliamente por parte de la Sociedad Colombiana de Pediatría y por otras voces aisladas, pero no ha pasado nada. Los Colombianos se preguntan entonces, ¿cuántas muertes se requieran para que los responsables saquen tiempo y se ocupen por la salud de lo más preciado de la sociedad colombiana: las madres y los niños?.

... Cuentan quienes estuvieron presentes que el parto de este engendro llamado Ley 100 fue múltiple y bastante traumático; que no había médico y que fue atendido por un economista. A sus otros hermanos gemelos los conocen muy bien los colombianos, pero vale la pena recordarlos: el más famoso se llama PASEO DE LA MUERTE: ha asesinado a maternas y niños en todo el país, impunidad lo protegió y superintendencia nunca lo quiso llamar a indagatoria. Otro bastante ambicioso e insaciable se llama CORRUPCIÓN, desfalcó y quebró el sistema y sigue libre, pues le dieron algunas EPS por cárcel con comodidades como canchas de golf, polo y gimnasios. 

Una hermana llamada DESIDIA contagió a la mayoría de los funcionarios de salud de entidades públicas y privadas y lo sigue haciendo, y dicen los doctores que no hay cura para ella, pues desarrolló inmunidad, al parecer de carácter irreversible, debido la ingesta de un una poderosa sustancia llamada procuradurina de depósito. Ahora RENTABILIDAD, otra de las hermanas, se dedicó a cerrar camas en servicios de obstetricia y neonatología y espera que su hermano paseo de la muerte empiece su trabajo en compañía de PRODUCTIVIDAD, otra de ellas que mira solo eso y le importa un bledo la salud y la vida de las mujeres y los niños colombianos.

Una de las hermanas llamada HABILITACIÓN durante años guardó un bajo perfil, pero últimamente sacó las uñas y se ensañó en servicios de maternidad y pediatría; es exigente de lo absurdo y caprichosa en lo costoso; no le gusta que los servicios de cuidados neonatales estén cerca de las salas de parto ni que las salas de cirugía ginecológica estén cerca de las de maternidad, simplemente porque no le gusta y entonces las cierra y también le importa un bledo que las cirugías de las mujeres se atrasen o no se realicen y que los niños se mueran.

Ante todas estas fechorías SUPERINTENDENTE, quien supuestamente debería ser el poderoso de los hermanos, no dice nada. Se afirma que como consecuencia de un trauma en el parto quedó ciego y mudo y al parecer tampoco le salieron dientes, por eso no muerde, no oye, no habla ni opina de lo que está ocurriendo. Sus hermanos no quieren que se alivie. No lo afiliaron a salud por temor a que recobre la visión, el oído y le salgan dientes y de pronto muerda a alguna EPS y se disminuya el botín.

Ante semejante hecatombe y ante el miedo intenso por el regreso inminente de paseo de la muerte recargado, algunos colombianos empezaron a despertar; las sociedades científicas se desperezaron, recordaron su verdadera misión y empezaron a reunirse, a citar a sus asociados; sacaron comunicados, organizaron marchas de protesta, por fin se unieron y empezaron a trabajar en equipo. Llamaron a las asociaciones de mujeres, a los llamados usuarios o mejor a los afectados o contagiados por esa terrible enfermedad llamada Ley 100, buscaron a algunos políticos que no estuvieran muy contaminados por ella y consultaron a sectores de la academia que todavía no estuvieran muy comprometidos por sus efectos adversos.

Hoy todos estos colombianos esperan que los hijos de la Ley 100 y quienes la manejan como MINSALUD, secretarias de salud municipales y direcciones seccionales de salud, también despierten y busquen curas y medidas de contingencia para evitar más filas de espera eternas en IPS, más muertes de mujeres gestantes y niños por causas evitables, más desesperanza para un pueblo que no aguanta más corrupción, más guerra, más politiquería ni más desidia de los responsables de la salud de los Colombianos.

El final de este cuento todavía no se conoce. Quisiera que tuviera un final feliz. Solo espero que los responsables de este desastre no tengan muy afectado el cerebro y menos el corazón por este mal y por fin decidan parar esta catástrofe que los deja muy mal parados ante las mujeres y los niños colombianos, pero mucho peor ante la historia. 

1 comentario:

  1. comuniquesen con nosotros,para que por medio de la radio agan este tipo de denuncias y trabajar juntos http://www.ciudadcomuna.org/emisora-comunitaria-voces-de-la-8.html

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